Bernd sigue mimando a Robinho
Dos aciertos plenos del presidente y del entrenador del Real Madrid. El primero dejó claro a sus subordinados que no sirve de nada multar a un jugador por irse de juerga o llegar tarde. Menos mal, porque algún deslenguado ya había filtrado hasta la cuantía económica del castigo. El segundo, el técnico, fue valiente dando la cara por el jugador y pidiendo un margen de confianza. Los dos querían proteger al futbolista con más talento de la plantilla, al único capaz de hacer cosas inverosímiles. Estamos hablando de Robinho. Y todo eso no significa que pueda ir a su libre albedrío. Pero seguro que por el camino escogido acabaremos disfrutando con su juego. El brasileño ha nacido para sonreír.
Ayer empezó a devolver esa confianza. A estas horas, sin su inspiración y sin los milagros del portero Casillas, el Real Madrid estaría medio fuera de la Champions League. Ese es el valor añadido de las grandes estrellas. Desde el principio se vio que estaba suelto, ágil, fresco de ideas. Una primera bicicleta, que acabó en nada, presagiaba lo que iba a venir después. Y eso fueron goles, oportunidades, regates y el destrozo de una defensa del equipo griego que, por momentos, parecía de aficionados. Desde su debut en Cádiz, hace ya tres años, no había tenido una actuación tan completa. Aunque sea un exceso, ya lo apuntaba un aficionado a las puertas del hotel antes del partido: “Robinho, vete de fiesta cada vez que quieras, que estamos contigo”. Bernd Schuster, el entrenador, piensa de forma parecida.
(José Javier Santos, Diario As, 25/10/2007).
Una vez leído el primer párrafo del texto, podemos afirmar que: