Questão
Universidade Federal de Roraima - UFRR
2014
Fase Única
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Lea el siguiente texto y responda las cuestione

1936 

Ciudad Trujillo 

En el año 6 de la Era Trujillo se corrige el nombre de la capital de la República Dominicana: Santo Domingo, así bautizada por sus fundadores, pasa a llamarse Ciudad Trujillo. También, el puerto se llama ahora Trujillo, y Trujillo se llaman muchos pueblos y plazas y mercados y avenidas. Desde Ciudad Trujillo, el generalísimo Rafael Leónidas Trujillo hace llegar al generalísimo Francisco Franco su más fervorosa adhesión.  

Trujillo, incansable azote de rojos y de herejes, ha nacido, como Anastasio Somoza, de la ocupación militar norteamericana. Su natural modestia no le impide aceptar que su nombre figure en las placas de todos los automóviles y su efigie en todos los sellos de correo. No se ha opuesto a que se otorgue a su hijo Ramfis, de tres años de edad, el grado de coronel, por tratarse de un acto de estricta justicia. Su sentido de la responsabilidad lo obliga a designar personalmente ministros y porteros, obispos y reinas de belleza. Para estimular el espíritu de empresa, Trujillo otorga a Trujillo el monopolio de la sal, el tabaco, el aceite, el cemento, la harina y los fósforos. En defensa de la salud pública, Trujillo clausura los comercios que no venden carne de los mataderos de Trujillo o leche de sus tambos; y por razones de seguridad pública, hace obligatorias las pólizas que Trujillo vende. Apretando con mano firme el timón del progreso, Trujillo exonera de impuestos a las empresas de Trujillo y proporciona riego y caminos a sus tierras y clientes de sus fábricas. Por orden de Trujillo, dueño de la fábrica de zapatos, marcha preso quien osa pisar descalzo las calles de cualquier pueblo o ciudad.  

Tiene voz de pito el todopoderoso, pero él no discute nunca. En la cena alza la copa y brinda con el gobernador o el diputado que después del café irá a parar al cementerio. Cuando una tierra le interesa, no la compra: la ocupa. Cuando una mujer le gusta, no la seduce: la señala.  

GALEANO, Eduardo. Memorias del fuego III. El siglo del viento. Madrid: Siglo Veintiuno Editores, 1996, p. 126-127.

Los infinitivos de los verbos subrayados en el texto son respectivamente hacer, oponerse, ir, seducir. El pretérito indefinido o pretérito perfecto simple de indicativo de estos verbos, en la tercera persona del singular (él/ella) sería en ese orden:  

A
Hiciera – opusiera – fuera – sedujera.
B
Hiciste – opusiste – fuiste – sedujiste.
C
Hice – opuso – fue – seduje.
D
Hizo– opuse – fue – sedujo.
 
E
Hizo – opuso – fue – sedujo.