TEXTO II
El buey y la cigarra
Arando estaba el buey, y a cada trecho
una cigarra, cantando le decía:
¡Ay! ¡Qué surco tan torcido has hecho!
Pero él, la respondió: Señora mía,
si no estuviera lo demás derecho,
usted no conociera lo torcido.
Calle, pues, cigarra haragana reparona;
que a mi amo sirvo bien, y él me perdona,
entre tantos aciertos, un descuido.
¡Miren quién hizo a quién cargo tan fútil!
¡Una cigarra al animal más útil!
Mas ¿si me habrá entendido
el que a tachar se atreve
en obras grandes un defecto leve?
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Conteste la cuestión, en lengua portuguesa.
En el primer verso, de la segunda estrofa, “Pero él, la respondió: Señora mía”, justifique el uso no apocopado (mi), del determinante posesivo mía.