No me tomé ni un día de reposo […] Ahora sé por qué el esfuerzo de escribir un cuento corto es tan intenso como empezar una novela. […] El cuento, en cambio, no tiene principio ni fin: fragua o no fragua. Y si no fragua, la experiencia propia y la ajena enseñan que en la mayoría de las veces es más saludable empezarlo de nuevo por otro camino, o tirarlo a la basura. Alguien que no recuerdo lo dijo bien con una frase de consolación: “Un buen escritor se aprecia mejor por lo que rompe que por lo que publica”. Es cierto que no rompí los borradores y las notas, pero hice algo peor: los eché al olvido.
GARCÍA MÁRQUEZ, G. Doce cuentos peregrinos. Buenos Aires: Debolsillo, 2006.
No prólogo de Doce cuentos peregrinos, Gabriel García Márquez discorre sobre seu ofício literário. Ao utilizar a expressão “los eché al olvido”, ele declara que